I remember the lessons he shared while we walked together through the desert. He would show me how every plant and animal plays a crucial role in the ecosystem and how much the desert can teach us if we are willing to listen. He said that in the desert, one can find peace, purpose, and clarity. Even in the Bible, I read that Jesus sought the desert as a place of prayer and guidance--a reminder that the desert plays a unique role in our connection with God and his creation.
I am beyond excited and grateful for the official designation of the Chuckwalla National Monument. This achievement not only ensures the conservation of a unique natural space but also honors the cultural and spiritual connection that so many families, including mine, have with this land.
Chuckwalla is a place where generations have learned resilience, humility, and faith. Its mountains, canyons, and open skies are a testament to the majestic work of God. This sacred space provides refuge not only for iconic species like the Chuckwalla lizard but also for us Latinos, offering clean air, pure water, and a place where we can reconnect with what truly matters: our physical, mental, and spiritual health.
For our Hispanic community, Chuckwalla represents both our roots and our future. It is a reminder of the wisdom of our ancestors, including the Indigenous nations who lived on this land before us. Now, this monument offers our families a place where they can learn, heal, and enjoy nature, ensuring that future generations can also experience this blessing.
The book of Isaiah reminds us: “The wilderness and the dry land will be glad; the desert shall rejoice and blossom like the crocus” (Isaiah 35:1). Chuckwalla is a living manifestation of this promise, a reminder that even in the driest places, life and hope can flourish.”
I am deeply grateful to President Biden, local leaders, and everyone who has worked tirelessly to make this possible. This is a monumental achievement that ensures our families, especially historically marginalized communities, have access to the beauty and peace of public lands.
Today, we celebrate this legacy of love and perseverance. I invite everyone to visit Chuckwalla and experience for themselves the tranquility and majesty it offers. Let us continue advocating for the protection of our land, answering the call to be faithful stewards of God’s creation.
The Chuckwalla National Monument is not just a gift for us today but a promise for future generations. It is a place where we will continue learning lessons from the desert, as I did with my father Alfredo, and now with my children--a place where we can find God’s guidance, just as Jesus did.
By Juan Rosas, Por la Creación Manager
Chuckwalla: Un Monumento Nacional de Amor, Cultura y Conservación
Como alguien que creció explorando el desierto de Chuckwalla junto a mi padre, este momento tiene un significado profundamente personal y espiritual. Mi padre, a pesar de tener solo una educación de segundo grado, fue el hombre más sabio que he conocido en lo que respecta a la flora y fauna del desierto. Él me enseñó que debemos amar y respetar el desierto, que es mucho más que un paisaje árido; es un lugar lleno de vida, sabiduría y oportunidades para aprender.
Recuerdo las lecciones que él compartía mientras caminábamos juntos por el desierto. Me mostraba cómo cada planta y cada animal juega un papel crucial en el ecosistema, y cómo el desierto tiene mucho que enseñarnos si estamos dispuestos a escuchar. Decía que en el desierto uno puede encontrar paz, propósito y claridad. Incluso leo en la Biblia que Jesús buscó el desierto como un lugar de oración y guía, un recordatorio de que el desierto tiene un papel único en nuestra conexión con Dios y Su creación.
Hoy, estoy más que emocionado y agradecido por la designación oficial del Monumento Nacional Chuckwalla. Este logro no solo asegura la conservación de un espacio natural único, sino que también honra la conexión cultural y espiritual que tantas familias, incluyéndome a mí, tenemos con esta tierra.
Chuckwalla es un lugar donde generaciones han aprendido resiliencia, humildad y fe. Sus montañas, cañones y cielos abiertos son un testimonio de la majestuosa obra de Dios. Este espacio sagrado brinda refugio no solo a especies icónicas como la lagartija chuckwalla, sino también a nosotros, las personas, ofreciéndonos aire limpio, agua pura y un lugar donde podemos reconectar con lo esencial: nuestra salud física, mental y espiritual.
Para nuestra comunidad hispana, Chuckwalla representa nuestras raíces y nuestro futuro. Es un recordatorio de la sabiduría de nuestros antepasados, incluida las naciones indígenas que vivieron en estas tierras antes que nosotros. Ahora, este monumento ofrece a nuestras familias un lugar donde pueden aprender, sanar y disfrutar de la naturaleza, asegurando que las generaciones futuras también puedan experimentar esta bendición.
El libro de Isaías nos recuerda: “El desierto y el lugar seco se alegrarán; la estepa se regocijará y florecerá como el azafrán” (Isaías 35:1). Chuckwalla es una manifestación viva de esta promesa, un recordatorio de que incluso en los lugares más áridos, la vida y la esperanza puede florecer.
Estoy profundamente agradecido con el presidente Biden, con los líderes locales, y con todos los que han trabajado incansablemente para hacer esto posible. Este es un logro monumental que asegura que nuestras familias, especialmente las comunidades históricamente marginadas, tengan acceso a la belleza y paz de las tierras públicas.
Celebramos este legado de amor y perseverancia. Invito a todos a visitar Chuckwalla y experimentar por sí mismos la tranquilidad y la majestuosidad que ofrece. Continuemos abogando por la protección de nuestra tierra, respondiendo al llamado de ser administradores fieles de la creación de Dios.
El Monumento Nacional Chuckwalla no es solo un regalo para nosotros hoy, sino una promesa para las generaciones futuras. Es un lugar donde continuaremos aprendiendo lecciones del desierto, como lo hice yo con mi padre Alfredo, y hoy llevo a mis hijos donde podremos encontrar la guía de Dios, tal como lo hizo Jesús.
Por Juan Rosas, Gerente de Por la Creación